miércoles, 10 de diciembre de 2014

Orfeo

Estaría muy bien ser un dios algunas tardes,
Orfeo sin duda
tañendo la lira,
o retomar hábitos malsanos
cuando con Kavafis
aún no hayas decidido pararte a meditar
en ningún mirador apropiado a tu nueva forma de vida abstracta.

Estaría muy bien sí,
pero ahora parece que casi sufres.
No adelgaza el córtex,
no se consumen las grasas animales.
Bien cierto es
que parece indolencia más que otra cosa
este insensato sufrimiento de ir contra uno mismo.

Otros hábitos de introspección,
otros santos chakras abiertos
después de cuatro o cinco lecturas
de las que recuerdas otras tantas frases.

No es bueno pararse meditabundo
por los rincones.
Estaría muy bien saber tocar la lira.
Y no preocuparse de ninguna ruleta
ni pensar jamás en el suicidio.

Ser un dios debe ser más fácil
que fontanero,
es difícil no poder saberlo
porque aquí
lo máximo es ser Rey
por haber nacido,
como si la obra de Madoz
hubiera sido en balde
y nuestros sueños revolucionarios
se hayan quedado en trances
olvidados y en ninfas que huyeron
ante nuestras descuidadas barbas
y nuestros pelos lacios, informes.

Ay, estaría bien ser un dios,
cualquiera,
y no preocuparse de llegar
al final del día.
Provocar arco-iris
siempre que la melancolía fuera
extrema.
Hacer desaparecer islas
cuando no hubiéramos dormido
lo suficiente.

Lástima que solo podamos
aspirar a mirar cuadros
en museos
con algunos guiris
que se perdieron a la hora de la siesta.

Algún cuadro de Orfeo
tocando la lira.

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