Andando por las aceras
tuve tiempo de que se me rompiera
tres o cuatro veces el corazón.
Deseos tamizados de venganza
pero con el corazón roto
solo remuevo la tristeza.
Devorando la pena
para dormir horas
y no recordar nada.
No recordar
quién me eligió
o si yo elegí alguna vez.
Me seducen las horas
en que ya no tengo motivos
para pensar en nada.
Desvanecerme
en el equívoco
o en habitaciones de color.
Me fulminan
las estrategias
de los caracoles.
Esconderse
de lo no entendido.
Pese a tantas cosas
quiero saber vivir.
Incluso entender
mis viejas palabras
que se abandonaron
en cajones.
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