Te observo enloquecida paseándote por mis sueños. Me va a dar algo o quizá solo es mi cerebro de los trece años. Eres lo que más deseo. Te manipulo y me anego o me ahogo, la semántica o los significados oscuros de las palabras. No tengo secretos para ti, lo sabes todo, confieso que lo sabes todo de mí. Miro tus fotos, ahogo una blasfemia en mis dedos, miro tus ojos. No me reconduzco pero tengo cierto alivio. Un verdadero alivio que sangra por todas partes. Ya no paseo ni corro como hacía, tomé la perspectiva de la ilusión y creí que podía hacerlo pero lo abandoné a los tres meses, no llegué a acabar el año.
Te observo en maniobras, en embites, en posturas, en piel, en la sangre detenida, en la sangre que fluye más rápido. Me encandiló tu alma, me fascinó tu ser, trato de sacar la cabeza del mar, quiero dejar de ser un pez pero no sé que quiero ser. Quiero dejar de ser un pez o dejarme caer hasta los fondos esos que llaman abisales y donde no llega la luz, como a ti te gusta, en penumbra y que brillen los ojos o que se sientan las agallas o ....
Es una locura.
No puedo describirte. No me llegan tantas palabras a la cabeza, no lo considero importante, es lo que hay, es lo que somos.
Lo que quiero no puedo hacerlo y lo que no quiero hacer lo hago. Debería vivir en el hotel de El Resplandor a ver si consigo escribir la novela de mi vida y luego quemarla para renacer de mis cenizas, al menos ser un retazo, unas frases bien escritas, un trocito estrecho de cielo donde poder ver un azul diferente.
Un azul con el mismo tono de tus ojos.
La garganta se me seca, es como si estuviera en tu lugar, es como si llegara otra pequeña muerte sin haber podido beberme la vida. Tu vida.
Un poco de relajación. Una habitación caliente. Una bañera enorme con espuma hasta los bordes. Un silencio y un prolongado movimiento cadencioso bajo el agua, conociendo los lugares donde la humedad no es un secreto. Reconociendo tu cuerpo. Hurgando en los recuerdos, tus palabras me llevan a todos los lugares donde no hemos estado, nuestras charlas, nuestras vidas de segundos, de verse una vez al año, de prolongar cafés sin solución de continuidad, de escondernos tras las penumbras de jardines fríos, de revolvernos en un instante entre un beso y unas manos que llevan años enloquecidas buscándote.
Y ya es de noche y sigo solo.
No veo las estrellas pero tampoco salí a buscarlas ni a mirarlas, no miro al cielo.
Te veo otra vez viniendo, otra vez, aúllas, gimes, enloqueces, fulgurante vas rápidamente por los bordes, por las alturas, te quiero, te amo, pero mis ojos me fustigan de nuevo, ohhh tu piel blanca enrojecida, tus piernas, tú, tú, tú.
Otra vez.
El mar otra vez.
Ese mar donde me acuesto esperando no respirar de una vez.
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