miércoles, 31 de diciembre de 2014

Feliz culo dos mil quince

Feliz culo dos mil quince.
Desde la plataforma petrolífera más absurda
despegué una vez con un helicóptero
hasta una isla desierta.
La angustia era menor estando solo que adentro de la civilización.
Al menos aquí no hay internet ni teléfono
y puedo pensar en lo que me sirve.

La supervivencia.

Acumularé experiencias solitarias y mi cerebro dirá lo que tenga que hacer, nadie más.

Feliz culo dos mil quince.

Ojalá ningún ansia me haga volver a equivocarme.
¿Sabré asumir lo que me pareció complicado?
Obviarlo. No negarlo.
Esto es más duro cuando nos lo hacemos difícil.

Maldita enfermedad.
Aturdido.
Odio.
Mentira.

Feliz culo dos mil quince.

No hay comentarios:

Publicar un comentario