viernes, 30 de enero de 2015

El mayor enfermo de todos

País de enfermos.
Ancianos solitarios resabiados
inyectándose sangre para seguir permaneciendo en el mundo.
Nos llenan de muros, pero sin casa sin techo,
nos enriquecen los contratiempos
con la sonrisa amarga.

No hay lamias que alivien tu estupor.
No hay súcubos ni estrellas en las estepas que divisas,
solo viejas iguanas tomando el sol invernal.

No lames el rincón oscuro que deseas.
No sabes concentrarte en tomar el sol.
Es una lástima no tener valor para imitar ciertos comportamientos.
Hasta en eso vas absolutamente por libre.

País de enfermos
y yo el primero de las estúpidas esperas.
Maldigo al sol al amor al frío y al calor.
No dan ganas de seguir permaneciendo en esta llanura de aluviones.

¿Y cuánto llevo diciendo estas mentiras con aroma a desquite?
Soy un cobarde egoísta y eso sí,
me siento mal.
Ni penumbras ni verdad.
Soy inmundo.
Me gusta autocomplacerme en el sufrimiento sin aprendizajes.
Soy un cuerdo idiota y enfermizo
y no me gusta mi fondo de Mí.
Ni a Ti tampoco.

No conozco soluciones y no puedo creer
en las que puedan darme.
En mis dedos hay olor a albergue,
hay un cotidiano insensible dolor autómata
que te llena de dolor a ti
y a los que te hicieron feliz algunas veces.

Meritorio sinsabor de despedida,
coche mal aparcado,
cielo raso,
deseas una raya o una culpa mayor,
sin propósito de enmienda,
sin esperanza,
sin alivio ante el desahogo.

Igual la cabeza.
Igual los sueños que repiten estómagos
desastres
alucinaciones.

Igual la postdata,
siento no ser original.
Adiós.
A la mierda...

Solo hablo de mi muerte
y de mi espantosa tragedia.

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